Mayor entre cinco hermanos, criada
en una época donde el agua potable era la que buscaba en baldes al río, incluso tuvo que ser
proveedora del hogar antes de los 12 años. Doris Rodríguez cuenta como
su vida fue dura desde su recuerdo más lejano.
Nacida en los Estados Unidos pero,
a muy corta edad regresa con su madre al pueblo que la vio crecer, Añasco.
Doris encarnó el papel de madre con sus cuatro hermanos menores mientras su
mamá trabajaba en la fábrica de bolas de pelota.
Con la rebeldía que siempre la caracteriza, decidió irse con su amado a los 15 años. Un año después tiene a
su primer hijo. Entre problemas, sacrificios y una familia que le dio la
espalda, tiene a su segundo hijo a los 18 años. Las cosas no fueron como espera
y decide separarse de su entonces pareja para encaminar a sus dos retoños sola.
En el transcurso de la crianza de
sus dos hijos no tuvo miedo en trabajar. Siempre dispuesta a conseguir el pan
de cada día. Su primer trabajo oficial fue en la zona industrial del pueblo. En
una fábrica de ropa interior. En algún momento, que no recuerda, conoció a su
actual esposo y luego de una corta relación de noviazgo él le propuso
matrimonio. Con Mickey tuvo su tercer hijo, cuando el del medio cumplía los
ocho.
Revive su historia mientras la cuenta.
“Criar tres varones no fue fácil,
aunque siempre me quedé con ganas de tener una nena”, comentó. “No la tuve pero
Dios me regaló dos nietas”.
Doris en su cocina |
Con un matrimonio de 25 años, tres
hijos y cinco nietos asegura que aún le queda mucho por vivir y cumplir. Encontró su pasión y una forma de vivir en la cocina. “Ahora
lo que más disfruto es la cocina y mis nietos. Pero ya verás todo lo que voy
hacer”, finaliza Doris con mucha coquetería.